Honduras, un país que por décadas ha enfrentado fenómenos criminales pese que ha implementado diversos sistemas de lucha contra la criminalidad organizada que, evidentemente, carecen de efectividad, centrándose en su mayoría por sistemas que han sido fácilmente transgredidos por las cúpulas de los poderes políticos y las prácticas oscuras donde se centran primordialmente los órganos que vigilan la legalidad y que revisan los actos administrativos, mas no las conductas subjetivamente ilícitas y reprochables. En este contexto, países como Honduras y muchos otros se enfrentan a un dilema crucial en su entorno empresarial y gubernamental ya que ambos juegan un papel importante en las decisiones y la economía de un país, desafiándose en la lucha entre una cultura en la que impera la impunidad caracterizada por la falta de consecuencias y sanciones en la comisión de delitos entre ellos la corrupción, sobornos y el incumplimiento de normativas, a una cultura de cumplimiento que fomenta la responsabilidad, la transparencia y la adhesión a las leyes y regulaciones.
¿Será que Honduras avanza hacia una cultura de cumplimiento en busca de un fututo más ético y sostenible? Para ello, analicemos las diferencias claves entre ambas culturas.
Por un lado, tenemos un ambiente donde la ética empresarial y gubernamental se debilita, lo que lleva a prácticas corruptas, nepotismo y abuso de poder; y al no verse castigados, las personas y las organizaciones sienten que pueden evadir las leyes sin consecuencias y los delitos antes mencionados se propagan dando una desconfianza pública lo que socava la credibilidad y la estabilidad, limitando el desarrollo socioeconómico, ya que los inversionistas temen prácticas corruptas y regulaciones inconsistentes.
En contraste, la cultura de cumplimiento se basa en la responsabilidad y el apego a las normas, buscando que las organizaciones e individuos respeten las leyes y regulaciones, promoviendo la transparencia y la ética, asumiendo la responsabilidad de sus acciones lo que fortalece la confianza pública. En lo que respecta a un entorno empresarial, se ve más estable y atractivo para la inversión, impulsando el crecimiento económico a largo plazo y, por último, la reducción de los riesgos de sanciones legales y financieras.
Honduras ha enfrentado desafíos significativos en la lucha por pasar de una cultura de impunidad a una cultura de cumplimiento, como la adopción de normativas que establecen obligaciones para las Empresas consideradas Sujetos Obligados y para las Actividades y Profesiones No Financiera Designadas; sin embargo, la cultura de cumplimiento debe adoptarse en todos los sectores. Además, los entes encargados de supervisar, controlar y evaluar, creados con el fin de prevenir y detectar hechos delictivos, deben de fortalecer sus sistemas en materia de capacitaciones y medidas sancionatorias, proporcionando un incentivo claro para el cumplimiento de los preceptos legales de la normativa aplicables y que las consecuencias a incumplimientos se vuelvan a un más significativas.
Por último, si las empresas adoptaran la implementación de Sistemas de Gestión de Cumplimiento para beneficio propio, no solo estarían dando un paso a la eximición de responsabilidades penales y financieras, sino que también vendría un impacto positivo en la sociedad al promover un comportamiento responsable y la lucha contra la corrupción.
Autor: Msc. Xochilt D Siloe Cerrato.
Socia Senior Signaturelex Honduras